lunes, 21 de noviembre de 2016

VIAJE POR EL DANUBIO. CONCLUSIONES (Y 10)

  
La misma noche que llegué del viaje dejé de fumar y de tomar somníferos. Hasta ahora (últimos de noviembre), lo mantengo. Este dato no interesará a nadie pero para mí es importante. Tampoco sé si os interesarán mis conclusiones, pero aquí van, por si acaso.

Con respecto a viajar en grupo: volvería a hacerlo. Es una maravilla hacer turismo con gente adulta, que no te constriñe; un grupo donde cada miembro se siente con libertad para actuar y dejar actuar: así, sí. El hecho de ir en grupo también tiene algún inconveniente: trabas menos amistades con el resto del pasaje. Comes siempre en la misma mesa, con la misma gente, en el mismo sitio… claro que eso no depende de ti. Te colocan, vayas o no en grupo. Comprendo que es mucho más fácil para los trabajadores que tienen que atender las mesas.

¿Me ha gustado viajar en barco, hacer este crucero fluvial? Sí, me ha gustado. Como ya comenté los camarotes son cómodos, dentro de su pequeñez. Además estás muy poco tiempo en el interior, justo el necesario para dormir y asearte. Y la duración del viaje también es la adecuada. Para un viaje un poco más largo, quizá me hubieran  parecido demasiadas estrechuras.

La ventaja de elegir esta época del año, mediados de septiembre, cuando ya han empezado colegios, universidades, etc., es que viajas con gente de tu edad. No hay niños, ni jóvenes. Todo gente madurita, por tanto con hábitos y horarios parecidos. Desde luego no aconsejo este tipo de viaje a jóvenes ni padres con niños: demasiada organización y tranquilidad. Supongo que para ellos habrá otras opciones más "moviditas".

En ningún momento he sentido mareo, tampoco la gente de mi alrededor. Tengo que decir que no he presenciado tal cosa en ninguna de mis dos experiencias largas en barco: una marina sobre el mar Rojo y esta fluvial sobre el Danubio menos aún, ya que el barco iba “como la seda”. Mientras corrijo estas líneas, me vienen a la memoria otras travesías más cortas, que tenía olvidadas, pero también sin incidentes: varias por el Mediterráneo, Bárcelona-Génova, de El Pireo a varias islas, vuelta a Barcelona desde la antigua Yogoeslavia, etc., etc., o la excursión por el río Tigre en Argentina, otra en Valparaíso, amén de las habidas cerca de la costa española en catamarán, fuera borda..., ah, y los paseos a pescar en el barco de nuestro amigo Bernardo.


Sí tendré en cuenta, para próximas ocasiones, llevar algo más de ropa llamémosle “de vestir”, para ir un poco más arreglada, vamos. Ha habido un par de ocasiones, ambas nocturnas, en que se requería: la noche “del capitán”, donde nos ofrecieron una copa y la noche del espectáculo. De todas formas, no desentoné mucho. También claro si quieres bajar muy puesta a la pista de baile. Afortunadamente  ahora a los posibles conciertos (estoy pensando en Viena) también se puede acudir con ropa de calle, dentro de un orden, claro.

Algo que hay que tener en cuenta a la hora de tomar un crucero es que las maravillosas vistas que se ven en las fotos suelen tener truco: son fotos tomadas no desde el crucero, sino desde algún lugar estratégico con el crucero también delante. Y otra cosa: el barco no te deja al ladito de esas maravillosas vistas. No. Te deja en un lugar bastante apartado y más feo desde el que luego tienes que ir al centro de las ciudades, que es donde está lo que quieres ver. También hay que contemplar, a la hora de contratar un crucero, lo que ya comenté en el relato: los organizadores programan el viaje para que tanto el día de la llegada, como el de salida, no estés en el barco, o estés las menos horas posibles, pero ellos cuentan y por tanto cobran como si fueran los dos días completos.

En las numerosas charlas que te dan para ofrecerte las excursiones programadas, hay que estar alerta y no picar a la primera porque suelen ser caras: si es fácil, las puedes hacer tú por tu cuenta. Si es más complicado, como la visita al Recodo del Danubio, siempre puedes contratarla con el barco, pero hay tiempo para todo, no hay que precipitarse (como a ellos les gustaría).

Resumiendo, creo que un crucero fluvial es una buena opción: disfrutas del paisaje y tienes acceso a un montón de ciudades de forma cómoda. ¿Que no estás en ellas todo el tiempo que quisieras? Sí, es posible, pero hay que elegir.



He encontrado en la cremallera de un bolso este apunte que tomé una tarde esperando "la canoa" en la Ría. Le llaman canoa al barquito que te traslada desde Punta Umbría hasta Huelva y viceversa. Este trayecto era utilizado por todo el mundo antes de la construcción de carreteras. Otra travesía en barco.

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