sábado, 5 de noviembre de 2016

VIAJE POR EL DANUBIO (7) BUDAPEST-VISEGRAD-ESZTERGOM-VIENA

Era sábado 17 de septiembre de 2016 y amanecíamos en un hotel de Budapest que dos días antes ni sabía que existía, mucho menos que pernoctaría en él.  El día se presentaba llenito de actividad. El cielo, completamente azul el día anterior, se había cubierto y estaba gris. Caían suaves chaparrones a ratos.

Bajamos a desayunar e inmediatamente, junto con las maletas, al bus. Nos darían un paseo por el centro de la ciudad y nos dejarían cerca del mercado central. Disponíamos de hora y media libre para andurrear a nuestro antojo.

Lo primero que hice fue comprarme unos calcetines en un chino (la primera tienda que encontré) porque sentía frío en los pies.  Nos dirigimos pues hacia el mercado central, edificio construido al final del XIX y restaurado hace no muchos años, ya que por lo visto quedó muy dañado tras la guerra. Dicen que es el más grande de todos los mercados de Budapest. 
Fachada del mercado central de Budapest


Interior del mercado central

De ahí, un grupo partió para la gran sinagoga, nosotros nos quedamos por los alrededores. La larga caminata del día anterior se hacía sentir. Preferíamos no tener que acudir a ningún sitio concreto, sólo donde nos fueran llevando nuestros pasos, ya que había hora fija para salir.


Museo Nacional

Museo de Artes aplicadas




Es un lujo pasear por el centro de esta ciudad, llena de bellos edificios.
Enseguida llegó la hora de acudir al punto previsto para la reunión del grupo, junto al muelle. Budapest seguía impresionando desde ahí, a pesar de que el día se iba tornando brumoso.
Edificio CET o "Ballena"
destinado a centro cultural y comercial, con un gran salón de eventos, espacio para conciertos o conferencias, locales comerciales y restaurantes. Dispone de dos plantas subterráneas de 7500m2, para aparcamiento.






Luego, otra vez al autobús, desde donde seguí haciendo fotos. Mis fotos no son de calidad pero me sirven porque aunque no reflejan exactamente mis recuerdos, sí se aproximan y me los acercan, me los avivan.

Desde el autobús, pensando que habría que volver a este ciudad.



Nuestra siguiente parada, como ya anuncié en el título era Visegrad y el renombrado recodo del Danubio, la distancia, dirección norte, no es muy grande desde Budapest. Antes de llegar pasamos por una zona preciosa. El paisaje es boscoso y tranquilo y está tachonado de casitas de campo.
Por lo visto en los buenos tiempos, pertenecían a gente más o menos acomodada que las utilizaban para fines de semana o veraneo. Ahora, en época de crisis, muchas tienen el cartel de "se vende". Parece además que a precios de risa pero nadie compra. En húngaro la palabra para anunciar la venta es Elado. Al final nos familiarizamos con la término.

Por fin llegamos a Visegrad. Almorzamos en un restaurante en la montaña, este sí, muy típico, con un gran porche para las vistas, rodeado de vegetación y totalmente construido en madera, para hacer juego con el entorno. Las vistas del "recodo" del Danubio eran tan espectaculares como nos habían dicho, aunque el día se iba cubriendo y con la fina lluvia que caía se divisaba brumoso. A lo lejos, se confundían los azules, verdes y grises. Era otra forma de verlo, quizá más bonita para nosotros que tan faltos estábamos de agua y de humedad. El verano en Toledo, y en toda España ha sido muy seco.


A continuación nos dirigimos a la ciudad de Esztergom, a visitar su basílica, el templo más monumental de Hungría. De estilo neoclásico fue construido durante el XIX. Está considerado el centro de la religión católica en el país. Allí acuden -fuimos testigos- muchas parejas a casarse.


Las fotos que vienen a continuación no son mías, las he tomado prestadas. Las pongo para evitarme descripciones, a estas alturas del relato...



Después de esta visita y de muchas fotos y vídeos al río bajamos a pie la empinada carretera hasta encontrar el autobús que nos estaba esperando.

A ratos llovía, pero no hacía frío. El barco nos esperaba en Viena, allí teníamos que volver. Durante todo el trayecto en autobús fuimos cantando y se creó un buen ambiente, a excepción de dos parejas castellanas que sistemáticamente nos miraban con caras de desaprobación. El resto del autobús, españoles y americanos hispanos fuimos cantando e hicimos el recorrido típico por el cancionero: rancheras, isas, habaneras, tangos, canción española, de la tuna... Después nos pasamos a los chistes y fue bastante enriquecedor oír contar chistes a chilenos, mejicanos, colombianos... éstos últimos se llevaron la palma. Empezamos con prudencia y acabamos bastante subidos de tono.

Llegando a Viena empezamos a notar que el conductor dudaba, pasaba más de una vez por el mismo sitio, etc. Nosotros íbamos a lo nuestro, hasta que empezamos a inquietarnos al ver que se acercaba la hora de la cena y nosotros seguíamos en el autobús.

Resulta que el conductor era húngaro y no hablaba ni inglés ni alemán y además estaba perdido... Tras varias llamadas de nuestra guía a los responsables de barco se solucionó.

Durante este viaje, en un momento de calma, la guía se encargó de darnos la noticia: la costumbre era dejar propina al final del viaje a todo el personal, por supuesto voluntaria. Para tal efecto dejarían unos sobres en las habitaciones y deberíamos entregarlos el último día en recepción. Volvió a repetir la palabra "voluntario" pero nos informó de que lo "normal" eran de 45 a 60 euros por persona. Por supuesto se podía dejar más dinero.

Cuando llegamos al comedor, los alemanes comenzaban a tomar su primer plato.

Esa noche, el coctail recomendado era: nicko cruises (con alcohol) 6,10 euros y virging nicko cruises: 5,60 euros (sin alcohol).












2 comentarios:

  1. ¡Gran continuación de viaje, Maluca!
    Lo de la propina "voluntaria" parece una "voluntad" muy inducida.

    Abrazo.

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  2. Muy acertado elcomentario de Esteban, pienso lo mismo y la verdad es que muy molesto lo de las propinas inducidas, A nosotros también nos la pidieron pero alegando que tenian sueldos muy pequeños.

    Conocí el mercado central aunque no tuve opción a visitar la gran sinagoga por razones de horarios y lo sentí muchísimo.

    Como tú, yo también hago fotos desde el coche, si me toca ventanilla, y aunque no me salgan muy bien las prefiero a las que pueda encontrar en postales, folletos o Internet, pues prefieroo recordar los sitios tal como los he visto, incluso con con lluvia, o con el cielo gris.

    Seguiré la visita en otro momento pues estoy encantada con tu viaje y en como nos lo cuentas con tanto detalle.

    Un abrazo.

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