lunes, 30 de diciembre de 2013

ADIÓS A 2013





Por fin, por fin voy a hacer (aunque a medias) algo que siempre he querido: un pequeño resumen de las películas que he visto, los libros que he leído, los viajes que he realizado... nunca es tarde pero esta lista que me sale ahora hubiera resultado más rellena y colorida en otros tiempos. También hubiera recordado los títulos de todas las películas, los actores, los directores... ya no. He tenido la precaución de ir anotando títulos de obras literarias leídas, aunque seguro que se me han pasado algunas. En cambio del mucho cine que he visto sólo podré citar algunas películas. No las he ido anotando y la memoria flaquea. El próximo año procuraré ser más precavida y tomaré nota de todas, incluso de las vistas en tv., así como de exposiciones, conciertos, etc., creo que será buena idea, al fin y al cabo, a determinadas edades nos recomiendan ejercicios de memoria y este puede ser uno de ellos.

Literatura: 

La familia Máshber, Der Níster  (imposible terminarla; me quedé en la página 673 de sus 880)
Crematorio, Rafael Chirbes
El tiempo entre costuras, María Dueñas
Las leyes de la frontera, Javier Cercas
El hombre que saltó por la ventana y se largó, Jonas Jonasson
Libertad, Jonathan Franzen
Todo lo que era sólido, Antonio Muñoz Molina
Los desorientados, Amin Maalouf
La intemperie, Jesús Carrasco
La casa redonda, Erdrich Louise
Ana Karenina, Leon Tolstoi
El héroe discreto, Mario Vargas Llosa
La otra historia de Estados Unidos, Howard Zinn (sin acabar)
Los enamoramientos, Javíer Marías (aunque esta quizá fuera del año pasado)
Actualmente estoy leyendo otra de Mario Vargas Llosa: El sueño del celta.
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Cine:


He visto muchas películas como ya he comentado, pero no he tenido la precaución de irlas anotando y la cabeza no da para tanto ya, no obstante… me puedo acordar (con truquillo) de algunas:

La noche más oscura, Kathryn Begelow
El mayordomo, Lee Daniels
Grandes esperanzas (una versión de la obra de Dickens), Mike Newell
Gravity, Alfonso Cuarón
Parker, Taylor Hackford
El concierto, Radu Mihaleanu
El último concierto, Yaron Ziberman
La gran familia española, Daniel Sánchez Arévalo
Amor,  Michael Haneke
Lincoln,  Steven Spielberg
El gran Gatsby, Baz Luhmann
Antes del anochecer, Richard Linklater
La bicicleta verde, Haifaa Al-Mansour
Blue Jasmine, Woody Allen
Los amantes pasajeros, Pedro Almodóvar

y el gran documental "Auto" de Luis Alfaro, sobre la obra de jóvenes músicos.

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Aquí mis cuadros pintados a lo largo de 2013:
Bambú. Acrílico



Miradas. Óleo
Buhardilla. Óleo.

Tajo. Acrílico.
Tajo. Óleo.
Limones. Acrílico.


Puente de Venecia. Óleo
Ventana. Acrílico.
Vieja con gato y caramelos.

A lo largo de este año he cocinado cientos de platos de los que no tengo fotos y aunque las tuviera tampoco os castigaría con ellas, pero sí quiero poner algunas. Ni son las mejores recetas (excepto las manitas de cerdo, que me salieron de 10) ni las más curiosas. Son aquellas a las que casualmente hice una foto y casualmente he encontrado sin perder demasiado el tiempo. Están hechas en la mesa donde comemos a diario, sin manteles de hilo ni protocolo, excepto la del boletus que fue en un restaurante y ahora la he encontrado por ahí y no he podido resistir la tentación.

Manitas de cerdo con patatas, zanahorias, puerro y huevo duro

Solomillo de cercdo con salsa de cerveza.

Boletus de la Escuela de Hostelería. Postre.

Espinacas con ajitos, piñones y bacon.
Judías blancas y verdes con chorizo y morcilla zanga.





Gambas y langostinos recién cocidos. Se me da de maravilla y quedan en su justo punto de sal.
Puré de lentejas con chorizo y zanga

Ah, y últimamente también me dedico a coser, que para eso me he comprado una máquina.




La foto está movida pero la elección está hecha a propósito

Y AQUÍ ME DESPIDO AMIGOS LECTORES, ASIDUOS Y OCASIONALES,  HASTA EL AÑO QUE VIENE.
















jueves, 26 de diciembre de 2013

ABORTO



Estoy a favor de permitir abortar a la mujer que lo necesite. ¿Por qué? Porque sé que ninguna mujer elige esa opción voluntariamente sino cuando no tiene otro remedio. Lo natural, lo que nosotras queremos es tener hijos pero cuando no puede ser es porque existen razones muy, muy poderosas. Esto es así de sencillo y fácilmente comprensible. Interrumpir un embarazo es una decisión muy dolorosa, dificilísima para la mujer ¿Por qué hay gobernantes en la derecha rancia que se empeñan en que las mujeres actuemos conforme a su moral? Ellos, sus mujeres, que no aborten, pero que dejen a las demás hacer lo que les parezca más conveniente. Todos sabemos por otro lado que ellos dejan la moral a un lado cuando les interesa y actúan, sí, de tapadillo, ocultándolo.

Ahora, en España, el partido en el gobierno quiere hacer una ley poniendo infinidad de trabas a las mujeres, una ley retrógrada y restrictiva. Prohibiéndolo expresamente o, en otros casos, haciendo que resulte imposible. Esta nueva ley  no va a impedir que las mujeres aborten,  lo seguirán haciendo igual, con más incertidumbres, con más coste económico y emocional, en definitiva, con más sufrimiento. Infinitamente más. Si se les ponen tantas trabas, acabarán, como en los años del franquismo, acudiendo a curanderas, con el peligro que supone y las pudientes viajando a Londres(1) o a cualquier otra población europea para que se lo practiquen. 

De esta nueva ley que pretenden lo que más me aterra es que la madre estará obligada a tener un hijo incluso con "graves malformaciones". ¿Quiénes son ellos para determinar lo que una mujer debe hacer? ¿Acaso son incapaces de ponerse en el lugar de una joven madre absolutamente sin medios, a lo mejor con otro par de hijos ya? Además están recortando en centros asistenciales y en servicios sociales, en médicos, enfermeras, camas hospitalarias... con lo que estos seres malformados y necesitados tendrían un camino lleno de torturas.

En cuanto al intento de presentar al óvulo fecundado como persona y con los mismos derechos que la madre no me parece acertado.
Un embrión no es una persona, igual que un huevo no es un pollo.

(1)De 1974 a 1983, 200.000 españolas abortaron en el Reino Unido.

Podría haber empezado esta entrada hablando de la ley del aborto del 85  o hablar de la que tenemos, la del 2010, con la que ha descendido por cierto el número de abortos, o de la  que nos quiere imponer ahora el gobierno de derechas a la que me estoy refiriendo, más restrictiva incluso que la del 85, pero esos datos están ahí, los podéis consultar en cualquier sitio, igual que la cantidad de declaraciones de todos los colectivos sociales criticándola. También de una minoría alabándola, claro, aunque mirando datos me he encontrado con uno que dice que sólo el 15% de la población española (donde está incluida la iglesia que no es del papa Francisco)  está en contra del aborto.


Podría haber empezado de muchas formas pero este blog es casi un diario personalísimo y quería dar directamente mi opinión.

Siento si molesto a gente que me lee, pero supongo que si entráis aquí es porque queréis saber cosas mías.
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Después de llevar esta entrada subida unos días apareció (el 29/12/2013) este artículo de Elvira Lindo con el que estoy absolutamente de acuerdo, me parece interesante y por eso lo quiero compartir con vosotros. Es el segundo enlace, el primero es otro antiguo con el que me he topado buscando el titulado ¿Por qué, Gallardón?

http://elpais.com/elpais/2013/04/23/opinion/1366731671_902118.html

http://elpais.com/elpais/2013/12/27/opinion/1388144440_092658.html 


domingo, 1 de diciembre de 2013

LOS PLATOS DE LA ABUELA

¡Cómo pasa el tiempo! Escribí estas líneas una tarde de los últimos días de octubre, en Conquista, y hasta ahora no he tenido ocasión de subirlas aquí.
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Voy a escribir esta entrada en mi blog, pero fundamentalmente es para mis hijos, mis nietos, quizá mis hermanos y mis sobrinos, en definitiva, es casi un comentario a la familia. Quiero decirles simplemente en esta ocasión que su abuela Antonia, mi madre, fue una gran cocinera. Lo fue porque lo debió ver en su casa (y luego en la de su suegra), pero también por intuición, por amor a lo bien hecho, por gusto para sí misma y para los demás.

Siempre lo intuí, pero cuando era joven yo no daba mucha importancia a estas cosas y ella tampoco las consideraba un mérito. Nunca la oí vanagloriarse de que algo le había salido rico. Ni de eso, ni de nada, por otro lado.

Sabía que mi madre tenía unos cuantos platos inigualables: por ejemplo, el cocido, las acelgas, las judías blancas, las gachas con tostones, el asadillo, las migas, las sopas con uvas, las coles, el pisto (el mejor del mundo) esos arroces con cualquier cosa que mi hermano Juan nunca probaba..., pero ha sido después, mucho después cuando he descubierto  que lo suyo era único. Qué pena que fuera tan apocada.

La familia de mi padre era la "ilustrada" (sin mucho motivo, la verdad) y la de mi madre, la campesina. Quizá por esa razón y también por su carácter, nunca se atrevió a valorar (y menos a exhibir) sus habilidades. 

Mi madre, al llegar a Madrid, incomprensiblemente dejó de hacer esos platos de pueblo, los de su casa, los de toda la vida, que ella bordaba. Bien que se lo reproché alguna vez. 

Seguramente por no encontrar los avíos necesarios o bien por comodidad, empezó a imitar a sus vecinas, consumiendo lo que ellas, platos más modernos.  Probablemente también la economía de entonces  jugaría en su contra; aun así, aprendió a hacer platos que a mí, hoy, me parecen insuperables. Bien es verdad que ella no innovaba, era un poco repetitiva y no tenía mucha imaginación, pero tenía otras cualidades. A pesar de su nunca buena salud, entre la casa, los hijos, ayudar al abuelo  en todo,  sabía sacar el tiempo para preparar con amor esos platos que, sin ese elemento, no hubieran salido tan logrados.

Ahora, años después de su muerte, me invitan alguna vez amigos y parientes a probar algo en sus casas cuando estoy en el pueblo. Pisto del bueno, con los ingredientes hechos por separado y poco a poco, como el de antes, o ajo "sopeao" con espinacas del pueblo: nada. Cada vez que he vuelto a probar esos sabores intentado recordar los de vuestra abuela o recuperar mi niñez, me he sentido decepcionada. Entonces he comprendido la perfección de mi madre en la cocina.

Por si estáis tentados de pensar que esta confesión puede deberse a la añoranza, os diré que no. He probado estos platos de la abuela hasta que murió, por tanto cuando yo era ya madurita y vosotros recordaréis sin duda algunas cosas. Entre otras, su nunca bien ponderado pollo al ajillo, imitado ahora por mí sin lograr alcanzar nunca su excelencia.

Este escrito quizá me esté saliendo un poco sentimental y emotivo. Es lógico, lo escribo aquí en Conquista, en la terraza, con el paisaje de toda la vida al fondo y llegándome a los oídos ladridos, cantos de algún pajarillo que no identifico... oigo las campanas y a la nariz me alcanza el olor de alguna chimenea encendida ya. en estos días precursores del invierno.