domingo, 24 de junio de 2012

FÚTBOL, FÚTBOL, FÚTBOL.




Otra vez otro campeonato deportivo, por supuesto de fútbol, pero no me pregunten a qué nivel porque no lo sé. Seguramente será algo europeo porque no oigo hablar de equipos americanos, ni africanos, ni asiáticos, así que sí, debe ser cosa europea. El caso es que todo el mundo habla de fútbol, la gente ve fútbol, los twits y el facebook tratan de fútbol y yo... pues tendré que referirme  al fútbol.
El tema ha surgido a través de mi reciente amiga internauta Paule, que me preguntaba por correo cómo habíamos vivido aquí el partido de ayer; ella, francesa, tenía curiosidad. Antes, mi amigo Moisés me había dicho que mi blog se estaba oxidando un poco, así que he encontrado la ocasión perfecta para dar satisfacción a ambos, aunque, me temo que no voy a aportar nada nuevo porque escribiré  sobre algo que desconozco.
Particularmente creo que es una pérdida de tiempo mirar un partido de fútbol: es entretenimiento, sí, pero creo que aporta muy poco. Por eso no tengo ningún interés en ver ningún partido, es más, procuro (si tengo que perder el tiempo relajándome) cualquier otra actividad. Aun así, cuando alguna vez me ha llamado la atención o me he visto impelida a mirar alguno, he de confesar que inmediatamente me he metido en el juego y automáticamente me he puesto del lado de uno de los equipos, casi siempre del más débil, excepto si es a nivel internacional, donde, lógicamente estoy del lado de mi país.
Esto es un poco extraño porque debería mirarlo con indiferencia, pero no, es algo que no consigo. O no lo miro o, si lo hago, estoy perdida, me acabo animando y, en ocasiones, apasionando.
Me deben quedar vestigios de la afición de mi padre y de los partidos que jugaba mi hijo y que yo iba a ver alguna vez, amén de la afición que conserva mi marido.
Pero lo de ahora, lo que pasa ahora con nuestra selección, que han dado en llamar "la roja" con gran cabreo infantiloide e incomprensión por parte de muchos, sobrepasa todos los límites. Cuando veo tanto fanatismo y tanto "aborregamiento" en las masas, entonces yo reculo un poco, me aburro, me hastía y prefiero quedarme fuera, no participar. 
Por eso, para verlo con un poco más de distancia y no hacer lo que todo el mundo, salí de casa ayer por la tarde, día en que jugaba España contra Francia. La ciudad, como el resto del país, estaba paralizada. Apenas circulaban coches. En el jardín donde hablábamos Claudia y yo a las afueras de una pequeña población retumbó el ulular de la celebración del primer gol.
Mi codiciada plaza de aparcamiento estaba libre cuando regresé y el ascensor no se había movido.
A pesar de los pesares, me alegré de que ganara España.